Joseba Barandiaran Andueza
Director de Planificación, Gestión de Terceros y ESG de Laboral Kutxa.
Director de Planificación, Gestión de Terceros y ESG de Laboral Kutxa.
El contexto económico trae consigo infinidad de trampas en los últimos tiempos y de cara al futuro. La inestabilidad, las dudas, las luchas geopolíticas, las guerras… Europa que apenas representa el 7% de la población mundial duda ahora si será un simple espectador en el mundo multipolar o saldrá al campo de juego.
Las cooperativas que desarrollamos nuestro negocio en Hego Euskal Herria y en España, en nuestra medida, vemos las influencias de esas dudas, algunas estrechamente ligadas a los avatares de España, pero que, en cierta medida, se unen al tablero de ajedrez mundial.
El regreso del presidente Trump aumenta la incertidumbre. La situación económica y la inflación han sido las causantes, dicen, de esta victoria. Además de las grandes diferencias de renta, el voto ha estado guiado por la falta de mejora de las condiciones de vida y por la capacidad adquisitiva erosionada por la inflación, alentado por los discursos sobre la migración ilegal. Difícilmente se podrán cumplir todas las promesas de Trump. El aumento masivo de las fronteras o la expulsión de los migrantes serían factores inflacionistas. Por el contrario, tras el último impulso belicista de Biden, Trump podría cambiar la estrategia: reducir el gasto de la OTAN y las guerras y forzar a Ucrania a negociar la paz con Rusia.
La nuclearización de los campos de guerra no tiene sentido -las sanciones económicas son más baratas-; el auge de los combustibles fósiles no tiene por qué significar una renuncia a las renovables -espectáculo para Elon Musk. Está por ver la influencia de Tesla en X o SpaceX-; Trump tiende a atender a las grandes corporaciones y tiene claro que los competidores de los “suyos” están en China; la competitividad tecnológica se juega en el tablero de ajedrez asiático, incluidas Taiwán y Corea; México está demasiado cerca y es demasiado necesario, incluso para la desglobalización; las personas cooperativistas que tienen su negocio en el extranjero tienen que prepararse para un mundo más fragmentado…
En este rincón del mundo, en Europa, la falta de equilibrio económico produce tensión, tanto en la Unión Europea como fuera de ella. Alemania sufre el gas ruso y Polonia el aliento ruso. El hecho de que la prima de riesgo española se sitúe por debajo de la francesa o los sonidos y el chasquido del motor alemán, los cuales escuchamos de cerca en Landabe y Vitoria-Gasteiz, son muy significativos (también históricos). En el proceso de descarbonización sin precedentes (y ¿sin vuelta atrás?), en un contexto de emergencia climática, España lidera el crecimiento económico con la constante amenaza de sequías y excesos turísticos, lugar donde cuestiones como la crisis de la vivienda, el déficit público deplorable, la frágil e incierta política fiscal se unen con los récords de empleo, la creciente migración, y, de momento, la inflación rebajada y, quizá, los tipos de interés demasiado rebajados.
Económicamente son claves la dependencia de los gigantes tecnológicos (que en materia financiera será explorada por la normativa DORA, pero que es acortada por el acrónimo GAFA); las dificultades con los impuestos a las multinacionales (respaldado “sin fin” de Irlanda); el querer y no poder de impuestos a bancos y empresas energéticas; o la prolongación de la respuesta a la jubilación de la generación “boomer” -es decir, nada nuevo, como dijo Paschal Donohoe, jefe del Eurogrupo-. Sigue investigando, sigue mejorando.