El Grupo Fagor tiene una amplia trayectoria en el ámbito del euskera. Prueba de ello es el Premio Abbadia 2021, otorgado recientemente por la Diputación de Gipuzkoa, en reconocimiento a la labor realizada en el ámbito socioeconómico por la normalización del euskera. Sin duda, es fruto de décadas de trabajo.
La situación del euskera iba a peor en los años cincuenta -la cooperativa Ulgor se fundó en 1956-, generalmente, producto de la Primera (1900-1930) y la Segunda (1950-1975) Revolución Industrial. En esa época, Euskal Herria recibió a numerosas personas trabajadoras que no sabían euskera, por lo que el castellano fue imponiéndose en las actividades escolares e industriales en detrimento de la alfabetización en euskera. A ello se unieron el desprestigio del euskera, la educación en castellano, los problemas de transmisión del idioma y la represión franquista (1939-1975). Por todo ello, el euskera fue marginado en el mundo laboral.
En ese contexto, en la década siguiente, aparecieron reivindicaciones tanto en el mundo laboral como en el ámbito social que provocarían la revitalización del euskera. En 1963 se presentó por primera vez en la cooperativa Ulgor una solicitud de difusión, refuerzo y apoyo al euskera. En concreto, una persona socia solicitó utilizar fondos destinados a obras sociales para todo ello. Después, en 1973, al considerar que el euskera tenía una presencia demasiado reducida en la memoria anual de la cooperativa, otra persona socia solicitó que los acuerdos adoptados también fueran recogidos en euskera. Y en 1975 hubo más reivindicaciones que ayudarían a reforzar la presencia del euskera en las cooperativas: celebración de las asambleas en euskera, reconocimiento del conocimiento del euskera en ciertos puestos de trabajo, estatutos y reglamentos bilingües, y exigencia de conocer euskera para nuevas personas socias.
Por su parte, la sociedad seguía impulsando nuevas iniciativas. En el caso de Arrasate, como en otros muchos pueblos, comenzaron a impartir clases de euskera, en la clandestinidad. En el curso 1976-1977, por ejemplo, acudieron 1.090 alumnos y alumnas a las denominadas gaueskolas de Leintz Bailara -había 78 profesores y profesoras-. Fue precisamente ahí donde surgió la idea de impartir clases de euskera en las mismas cooperativas.
Y yendo más allá, en 1976, un grupo de personas socias hizo una nueva propuesta en el Consejo Social de Ulgor: crear planes de euskera. Fue en esa época cuando se formó la primera comisión de euskera, pues se entendía que los principios del cooperativismo estaban estrechamente ligados al compromiso de trabajar por la normalización del euskera. Actuaron con esa convicción. Entre otras, la Comisión de Euskera de Ulgor concluyó que había un gran número de personas trabajadoras dispuestas a impartir clases de euskera y que, a su vez, eran muchas las personas que con una formación adecuada podían ejercer de profesores o profesoras.
La idea de trabajar por la normalización del euskera desde el ámbito socioeconómico iba extendiéndose, y llegó hasta el grupo cooperativo Ularco -actual Grupo Fagor, fundado en 1964-. En concreto, en febrero de 1977, el Consejo General del Grupo acordó poner en marcha diversas iniciativas: formar a profesores y profesoras, crear la Comisión de Euskera del Grupo, nombrar a una persona para que se encargase del ámbito del euskera y apoyo institucional a iniciativas del mismo calado. Así, en los próximos años, las clases de euskera se extendieron a todo el Grupo Ularco. Concretamente, en 1980, fueron 605 las personas que recibieron clases de euskera -estaban organizadas en 40 grupos-. También se organizaron cursos intensivos de verano. En ellas participaron varias personas de los órganos de dirección de las cooperativas.
En los años posteriores, sin embargo, se produjo una ralentización en el uso del euskera, provocada generalmente por la falta de motivación, la crisis mundial, el cansancio de la gente que participaba en las clases de euskera y el debilitamiento de la ilusión tras el fin del Régimen de Franco. La situación fue similar hasta que a mediados de los 80, gracias a la asociación arrasatearra AED, Arrasate Euskaldun Dezagun, se impulsaran nuevas iniciativas y líneas de trabajo en las cooperativas. Fue entonces cuando, entre otras, se creó el proyecto Euskalan y se propuso reorganizar las comisiones de euskera en las cooperativas y empresas del territorio.
Más tarde, a principios de la década de los 90, aparecieron nuevas iniciativas: nació la revista Geurean; se aprobaron vías de financiación para proyectos que trabajasen por la normalización del euskera; se fijaron objetivos para impulsar no solo el conocimiento, sino también el uso del euskera; se tomaron medidas para integrar la diversidad lingüística en la gestión empresarial…
Finalmente, en 1988, el Grupo Fagor firmó un convenio con la cooperativa Emun para desarrollar planes de euskera. Juan José Ansoategi Etxebarria, entonces presidente del Grupo Fagor, destacó cuatro razones para la firma del convenio: el compromiso adoptado por las cooperativas con Euskal Herria; la capacidad de las nuevas personas socias para el uso del euskera; la amplia demanda social derivada de la comisión de euskera; y las diversas iniciativas que se estaban llevando a cabo en Debagoiena para lograr la normalización del euskera -entre otras se encontraban la iniciativa Euskalan, los medios de comunicación euskaldunes, las asociaciones de euskera…-.